EN UN SEGUNDO

Todos creemos ser poseedores del tiempo, pero el tempus fugit. Aunque la inmortalidad no sea un hecho científico, el ser humano se empeña en vivir, cuales dioses del Olimpo, que bebían ambrosía y les hacía permanecer jóvenes y siempre inmortales.Yo, por el contrario, tengo siempre presente lo que decían ya los líricos arcaicos griegos, que nunca perdían de vista la fugacidad de la vida. Os invito a brindar siempre y a disfrutar al máximo, sin dejar de lado esa visión porque a veces pensamos que vamos a tener tiempo para todo y que mañana será un día mejor.
Nosotros, cual las hojas que cría la estación florida
de primavera, apenas se difunde a los rayos del sol,
semejantes a ellas, por breve tiempo gozamos de flores
de juventud, sin conocer por los dioses ni el mal
ni el bien. Pero al lado se presentan las Ceres oscuras,
la una con el embozo de la funesta vejez,
la otra con el de la muerte. Un instante dura el fruto
de la juventud, mientras se esparce sobre la tierra el sol.
Mas apenas ha pasado esa sazón de la vida,
entonces resulta mejor estar muerto que vivo.
Muchos males entonces asaltan el ánimo. Unas veces el hogar
se arruina y vienen los duros acosos de la miseria.
Otro, en cambio, carece de hijos, y con ese ansia extrema
emprende bajo tierra su camino hacia el Hades.
A otro le apresa una angustiosa enfermedad. Ninguno
entre los hombres hay a quien Zeus no le dé muchos males.
Mimnermo de Colofón.
Un suceso de esta tarde de domingo me ha recordado este pensamiento y me ha venido a la memoria una vieja canción, cuyo leitmotiv es el carpe diem, locución latina conocida por todos. Horacio nos dice: Carpe diem quam minimum credula postero; disfruta el día, no des crédito al mañana. Porque del mañana nada sabemos, ni siquiera nos es dado el poder conocerlo.
Así, si en un segundo todo se va al infierno que no quede nada importante por hacer.


domingo, 9 de enero de 2011

 
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